(ARI PALUCH) |
jueves, 20 de enero de 2011
Quien perdona decide no vivir inmerso en el odio y abre las puertas para que en un futuro pueda ser él mismo a quien perdonen.
Quien no perdona sufre el doble: aborrece a quien no puede perdonar y se detesta a sí mismo por no poder en paz y deshacerse del problema.
Yo decido perdonar y estar en paz, beneficiándome con el cese de los sentimientos del rencor y la amargura. Perdonar es sanador para el alma. Estar sano, significa vivir mejor.
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